[vc_row][vc_column][vc_single_image image=»2952″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text](Ponce) – Mientras el huracán María arrasó no sólo con la infraestructura física sino con el ánimo de una parte significativa de nuestra población, los jóvenes nos alumbran con su inquietante búsqueda de conocimiento, su enorme pasión y su imponente paso hacia el futuro.

Durante tres días consecutivos, concluyendo el 1ro de marzo, se celebró en nuestra Ciudad la feria científica de los distritos escolares de Ponce, Yauco, Santa Isabel y Utuado donde se expuso el trabajo investigativo que han realizado los estudiantes de las escuelas públicas de la región.  La Fundación Intellectus tenía el interés de visitar esta exposición científica, para corroborar cómo el apoyo que nuestra institución ha brindado a la Escuela Especializada en Ciencias y Matemáticas Thomas Armstrong Toro se traduce en una mejor educación para estos jóvenes.  Una pregunta muy válida para cualquier institución que dona fondos a otras organizaciones y, en nuestro caso, que persigue contribuir con el desarrollo profesional de estudiantes de medicina, salud y ciencias en Ponce y en el Sur.

Conocer de primera mano las capacidades, metodología investigativa y los intereses de los estudiantes de esta Escuela Especializada resulta impresionante.  Con minuciosa rigurosidad científica una joven de grado once explicó cómo estudió el efecto de la clorofila sobre células afectadas por cáncer, sus hallazgos y posibles estudios ulteriores.  Sobre el mismo tema, otros jóvenes hablaron de cómo han estado investigando la efectividad de varias plantas y hojas disponibles en los patios de muchas de nuestras casas.   Resalta el entusiasmo de cómo se han dado a la tarea de aportar su granito a la investigación de este mal, presente en la mayoría de las familias puertorriqueñas.

Otros trabajaron proyectos que podrían tener repercusiones directas sobre nuestra actividad agrícola.  Una de las investigaciones podría llevar a identificar cómo combatir la sigatoka y si no sabe qué es la sigatoka, pregúntele a cualquier agricultor que cultive plátanos, cómo les afecta esa destructiva enfermedad que ataca su plantío.  También en el tema agrícola, han estudiado el impacto de plaguicidas orgánicos sobre las abejas en la Isla y han identificado una posible causa de la disminución de la población de jueyes en la Playa de Ponce.

Entre la diversidad de proyectos han diseñado instrumentos para medir partículas de cemento en el aire, prototipos de sillas adaptadas a condiciones de salud específicas y han presentado el diseño conceptual de una planta de tratamiento para la disposición de neumáticos.  Han investigado problemas sociales que impactan a niños sordos, enfermos terminales y a la población desatendida de la tercera edad.  Concluyo los ejemplos de las investigaciones que presentaron este año, con un proyecto que estudia el efecto de nanopartículas de oro sobre ciertas terapias y aclaro que estos son sólo algunos de los proyectos de investigación presentados.  Aquí vale la pena detenerme y recordarles que estoy hablando de estudiantes de grado once de nuestra escuela pública.

Mientras en los círculos políticos se busca con desesperación soluciones desgastadas a una realidad agobiante y la desesperanza se convierte en el pan nuestro de cada día, estos jóvenes estudiantes nos alumbran con un intenso rayo de esperanza.  Su entusiasmo, las diversas miradas a un mismo problema, la rigurosidad en su análisis y la variedad de temas que entre todos son capaces de investigar, demostraron con creces el resultado de un trabajo académico digno de apoyo.

Demostraron por demás, el cimiento que sostiene la esperanza de reconstruir con ellos un nuevo País.

Por: Elena M. Colón / Directora Ejecutiva

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